25/1/13

Por qué el gobierno colombiano no quiere una tregua con las FARC


El gobierno colombiano dijo estar listo para "neutralizar" nuevos ataques de las FARC.
Al anunciar el domingo el fin de la tregua unilateral declarada en ocasión del inicio de las conversaciones de paz, el jefe negociador de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Iván Márquez, lamentó que el país tuviera que regresar a "la etapa de los partes militares de guerra que nadie quiere en este país".
Pero el comandante guerrillero también aprovechó la ocasión para volver a pedirle al gobierno colombiano "que estudie la posibilidad de analizar un cese bilateral de fuegos y hostilidades" para "rodear con un ambiente tranquilo" dichas pláticas de paz.
La propuesta, sin embargo, parece inaceptable para un gobierno que desde el inicio del proceso se comprometió a "aprender de los errores y aciertos del pasado".
Errores que, en la opinión de muchos colombianos -incluyendo al propio presidente Juan Manuel Santos- en su momento incluyeron el cese de acciones ofensivas en contra de una guerrilla que aprovechó las circunstancias para salir fortalecida.
"(Queremos) pedirle al Gobierno de Colombia que estudie la posibilidad de analizar un cese bilateral de fuegos y hostilidades para rodear con un ambiente tranquilo estas conversaciones de paz"
Iván Márquez, jefe negociador FARC
"En la década de los ochenta se suscribió una tregua y las FARC, entre 1982 y 1990, aumentaron en un 550% aprovechando esa decisión", le dijo a BBC Mundo el analista y exviceministro de Defensa de Colombia, Rafael Guarín.
"Por eso es muy difícil (que se acuerde una tregua), así el gobierno del presidente Santos quisiera conceder el cese bilateral".
"Porque la opinión pública colombiana y numeroso sectores políticos no aceptan de ningún modo que se detengan las operaciones militares y los operativos de policía en contra de ese grupo terrorista", agregó.

"Sin concesiones"

De hecho, el presidente Santos muy probablemente ya tenía eso en mente el día que anunció públicamente el inicio de las negociaciones, en agosto pasado, cuando también se comprometió a no hacer "concesiones de ningún tipo en el terreno militar".
Iván Márquez, jefe negociador de las FARC
Las FARC han pedido una tregua bilateral desde el inicio de las conversaciones.
Y el domingo, al final de un "Consejo de Seguridad" convocado para analizar el anuncio de las FARC, el mandatario reiteró que las fuerzas de seguridad colombianas se mantendrían "a la ofensiva", lo que parece confirmar que, al menos por el momento, nada cambiará desde el punto de vista militar.
Para analistas como Guarín –un fiero crítico del proceso de paz- el gobierno colombiano hace lo correcto al no considerar la posibilidad de una tregua bilateral.
"Es que el llamado 'cese unilateral de hostilidades' era, por un lado, una maniobra de propaganda política con el objetivo de ganar legitimidad nacional e internacional y presentar al gobierno como el responsable de la continuación de la guerra en el país", le dijo a BBC Mundo.
"No era una apuesta a la paz, ni una demostración de voluntad de paz, sino una maniobra para legitimar el recrudecimiento de las acciones terroristas que vendrán la próxima semana".
"Y, en el plano militar, lo que buscaba era obtener un cese de las operaciones militares en su contra, que aprovecharían para buscar un fortalecimiento militar", agregó.
Ese análisis parece ser compartido por un sector mayoritario de la opinión pública colombiana, la que ha escuchado al presidente Santos insistir en que el único acuerdo que a él le interesa firmar es el que le ponga fin definitivamente a casi medio siglo de conflicto armado.
El presidente Santos cree que la presión militar puede acelerar las negociaciones de paz.
Aunque en el país también se han alzado algunas voces pidiendo se le dé la debida consideración a la propuesta de tregua bilateral.
"Sé muy bien que en el país es más popular hablar duro y aupar el conflicto y a quienes sugerimos caminos para disminuir la confrontación nos tachan de ingenuos o de aliados de la guerrilla. Pero eso a mí no me arredra", escribió por ejemplo en su columna de la revista Semana el analista León Valencia, actual director de la Corporación Nuevo Arcoiris, uno de los "tanques de pensamiento" más prestigiosos del país.
"He visto muy de cerca el dolor y la muerte y por eso celebro la vida que se mantuvo en pie con esta decisión de tregua unilateral de las FARC y llamo a las partes a que se pregunten si existe alguna manera de prolongar esta situación" agregó Valencia, quien fue miembro de otro grupo insurgente, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), del que se retiró en 1994.

Salvar vidas

El análisis de Valencia se fundamenta en la significativa reducción en el número de víctimas por causa del conflicto observada durante los dos meses de la tregua unilateral.
Según el analista, durante los últimos cuatro años "las FARC han estado realizando un promedio de 170 acciones por mes, en las cuales le causan a la Fuerza Pública un poco más de 200 bajas entre muertos y heridos".
Mientras que según cifras del Centro de Recursos para el Análisis del Conflicto, CERAC, entre el 20 de noviembre –cuando se anunció la tregua- y el 13 de enero pasado, el número de soldados fallecidos como consecuencia de "acciones ofensivas de las FARC" fue de cuatro, de entre un total de 31 muertos, incluyendo civiles (4) y guerrilleros (25).
El hecho de que se produjeran algunas "acciones ofensivas" de las FARC en medio de la tregua, sin embargo, es otra de las razones por las que algunos analistas favorables al proceso de paz consideran que un cese al fuego concertado podría, después de todo, no ser una tan buena idea.
Y es que, en esas circunstancias, cualquier rompimiento del acuerdo podría tener graves consecuencias para las pláticas de La Habana.
Y ese es un riesgo que el presidente Santos tampoco parece dispuesto a correr.

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