Al anunciar el domingo el fin de
la tregua unilateral declarada en ocasión del inicio de las
conversaciones de paz, el jefe negociador de la guerrilla de las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia, Iván Márquez, lamentó que el país
tuviera que regresar a "la etapa de los partes militares de guerra que
nadie quiere en este país".
Pero el comandante guerrillero también aprovechó
la ocasión para volver a pedirle al gobierno colombiano "que estudie la
posibilidad de analizar un cese bilateral de fuegos y hostilidades"
para "rodear con un ambiente tranquilo" dichas pláticas de paz.
La propuesta, sin embargo, parece
inaceptable para un gobierno que desde el inicio del proceso se
comprometió a "aprender de los errores y aciertos del pasado".
Errores que, en la opinión de muchos colombianos
-incluyendo al propio presidente Juan Manuel Santos- en su momento
incluyeron el cese de acciones ofensivas en contra de una guerrilla que
aprovechó las circunstancias para salir fortalecida.
"(Queremos) pedirle al Gobierno de Colombia que estudie la posibilidad de analizar un cese bilateral de fuegos y hostilidades para rodear con un ambiente tranquilo estas conversaciones de paz"
Iván Márquez, jefe negociador FARC
"En la década de los ochenta se suscribió una
tregua y las FARC, entre 1982 y 1990, aumentaron en un 550% aprovechando
esa decisión", le dijo a BBC Mundo el analista y exviceministro de
Defensa de Colombia, Rafael Guarín.
"Por eso es muy difícil (que se acuerde una tregua), así el gobierno del presidente Santos quisiera conceder el cese bilateral".
"Porque la opinión pública colombiana y numeroso
sectores políticos no aceptan de ningún modo que se detengan las
operaciones militares y los operativos de policía en contra de ese grupo
terrorista", agregó.
"Sin concesiones"
De hecho, el presidente Santos muy probablemente
ya tenía eso en mente el día que anunció públicamente el inicio de las
negociaciones, en agosto pasado, cuando también se comprometió a no
hacer "concesiones de ningún tipo en el terreno militar".
Y el domingo, al final de un "Consejo de
Seguridad" convocado para analizar el anuncio de las FARC, el mandatario
reiteró que las fuerzas de seguridad colombianas se mantendrían "a la
ofensiva", lo que parece confirmar que, al menos por el momento, nada
cambiará desde el punto de vista militar.
Para analistas como Guarín –un fiero crítico del
proceso de paz- el gobierno colombiano hace lo correcto al no
considerar la posibilidad de una tregua bilateral.
"Es que el llamado 'cese unilateral de
hostilidades' era, por un lado, una maniobra de propaganda política con
el objetivo de ganar legitimidad nacional e internacional y presentar al
gobierno como el responsable de la continuación de la guerra en el
país", le dijo a BBC Mundo.
"No era una apuesta a la paz, ni una
demostración de voluntad de paz, sino una maniobra para legitimar el
recrudecimiento de las acciones terroristas que vendrán la próxima
semana".
"Y, en el plano militar, lo que buscaba era
obtener un cese de las operaciones militares en su contra, que
aprovecharían para buscar un fortalecimiento militar", agregó.
Ese análisis parece ser compartido por un sector
mayoritario de la opinión pública colombiana, la que ha escuchado al
presidente Santos insistir en que el único acuerdo que a él le interesa
firmar es el que le ponga fin definitivamente a casi medio siglo de
conflicto armado.
El presidente Santos cree que la presión militar puede acelerar las negociaciones de paz.
Aunque en el país también se han alzado algunas
voces pidiendo se le dé la debida consideración a la propuesta de tregua
bilateral.
"Sé muy bien que en el país es más popular
hablar duro y aupar el conflicto y a quienes sugerimos caminos para
disminuir la confrontación nos tachan de ingenuos o de aliados de la
guerrilla. Pero eso a mí no me arredra", escribió por ejemplo en su
columna de la revista Semana el analista León Valencia, actual director
de la Corporación Nuevo Arcoiris, uno de los "tanques de pensamiento"
más prestigiosos del país.
"He visto muy de cerca el dolor y la muerte y
por eso celebro la vida que se mantuvo en pie con esta decisión de
tregua unilateral de las FARC y llamo a las partes a que se pregunten si
existe alguna manera de prolongar esta situación" agregó Valencia,
quien fue miembro de otro grupo insurgente, el Ejército de Liberación
Nacional (ELN), del que se retiró en 1994.
Salvar vidas
El análisis de Valencia se fundamenta en la
significativa reducción en el número de víctimas por causa del conflicto
observada durante los dos meses de la tregua unilateral.
Según el analista, durante los últimos cuatro
años "las FARC han estado realizando un promedio de 170 acciones por
mes, en las cuales le causan a la Fuerza Pública un poco más de 200
bajas entre muertos y heridos".
Mientras que según cifras del Centro de Recursos
para el Análisis del Conflicto, CERAC, entre el 20 de noviembre –cuando
se anunció la tregua- y el 13 de enero pasado, el número de soldados
fallecidos como consecuencia de "acciones ofensivas de las FARC" fue de
cuatro, de entre un total de 31 muertos, incluyendo civiles (4) y
guerrilleros (25).
El hecho de que se produjeran algunas "acciones
ofensivas" de las FARC en medio de la tregua, sin embargo, es otra de
las razones por las que algunos analistas favorables al proceso de paz
consideran que un cese al fuego concertado podría, después de todo, no
ser una tan buena idea.
Y es que, en esas circunstancias, cualquier
rompimiento del acuerdo podría tener graves consecuencias para las
pláticas de La Habana.
Y ese es un riesgo que el presidente Santos tampoco parece dispuesto a correr.
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